! Ya está aquí ! Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor ciclo B

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“El Verbo se hizo carne y habito entre nosotros”

Buenas,

Nace Jesús, una vez más. Puede que no lo vivas como novedad, sino así, una vez más, un año más. Sería una pena que fuera así. No, no te quedes en el “una vez más”. Que este año, cada año, sea nuevo su nacimiento.

Nace Jesús y viene todo un caudal de regalos para ti. Porque aparece la bondad de Dios, la ternura de Dios y su misericordia, la generosidad de Dios y su gracia, la paciencia de Dios y su perdón… Y todo esto de una manera inmensa, sin límites, ahora, para ti y para los tuyos. No, no dejes pasar la oportunidad de que sea novedad.

Nace Jesús con una tarea que comienza a vivir desde chiquito, desde su cuna. ¿Puedes descubrirlo? ¿Qué trae este niño que lo hace tan especial? Su programa a lo largo de su vida no será otro que el poner en práctica este amor desbordante. Unas veces será perdonando, otras veces curando, otras veces sirviendo, otras veces intimando, otras veces compartiendo y conviviendo, y siempre, estando ahí, a tu lado, invisible y cercano, respetuoso, como quien no parece estar y, sin embargo, no deja de estar. Siempre entregándose hasta el fin.

Mira a este niño; quédate ahí, contemplándolo. Date cuenta de lo que va a suponer vivirlo y llevarlo contigo. Este niño, ahora, todo ese amor lo concentra en su mirada, dulce y ardiente a la vez. El no puede hablar —demasiado pequeñito—, no puede actuar ni moverse por si mismo, pero su mirada es elocuente, su silencio es elocuente, su impotencia y fragilidad son elocuentes Están expresando un amor sin límites, porque se ha despojado de sí mismo y se ha hecho como tú y como yo. Porque ha abandonado su cielo y se ha metido en nuestra carne, porque se ha acercado hasta aquí desde la debilidad y el respeto, porque viene a compartir esta condición humana que, como bien sabes, cuenta con grandezas y también, con sus miserias. Así es este niño, así de valiente metiéndose en este complejo mundo. ¡Qué manera de venir!

Siente cerca a este niño. Fíjate lo que supone esta inmersión en lo humano, esta «encarnación», esta simpatía y empatía, esta solidaridad afectiva y efectiva. Esto se llama amor. Lo lleva tatuado en su pequeñez. Y añadir que este ser suyo que es amor, y estar contigo, ambas cosas son algo definitivo, para siempre. No es una visita curiosa, una experiencia pasajera. Dios y tú ya sois inseparables para siempre.

Míralo. Siente este amor humano de Dios, con emociones, con pasiones, con ansias, con alegrías, con lágrimas, con palabras, con miradas, con enfados, con rabia, con celo; con dudas, con paz, con agradecimiento, con tormento, con éxtasis, con dolor, con esperas, con añoranzas, con simpatía, con cercanía, con intimidad, con generosidad, con entregas. Así y de muchas maneras más, es la novedad de este niño, llamado Jesús. Felicidades.

(Javier Ruiz Seiquer)

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

Un abrazo, Paco

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

 

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor