Domingo de Ramos en la Pasión del Señor ciclo B

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor ciclo B

“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”

Buenas,
comienza la gran semana de Pasión. Una semana para meditar sobre el gran misterio de la pasión y muerte del Señor y sacar conclusiones y enseñanzas para nuestra propia vida. El relato de la pasión y muerte del Señor es toda una catequesis, una lección de vida por el infinito e insondable amor que el Señor nos tiene a cada uno de nosotros. «Y todo esto por mí, y todo esto por mí…» tendríamos que repetirnos ante cada gesto de amor y de perdón a los que lo maltrataban, despreciaban, calumniaban, vejaban, azotaban y lo crucificaban. También nosotros como Judas, le traicionamos cuando llega el momento de dar la cara o le negamos como Pedro «No conozco a ese hombre».
Una buena ocasión para orar ante la cruz, para darme cuenta que nadie me ama como Él, que nadie me comprende y perdona como Él y que ante la cruz el Señor me pide que tome la mía y comprenda que hay que abrazar la cruz. Que comprenda que abrazar la cruz es un signo de esperanza, de alegría y no de tristeza porque ya lo hizo todo por mí, porque Él ya le dio sentido al sufrimiento. A pesar de que muchas veces no comprendamos, no veamos, no escuchemos o que muchas veces nos demos la espalda ante los cristos sufrientes de hoy o miremos como espectadores o gritemos contra las personas que podemos ver como enemigas hiriéndolas con nuestras palabras injustas y crueles.
El Señor no nos abandona, ya ha demostrado que todo lo hizo por mí, ya me ha hecho ver que el camino lo tengo delante para ir hacia esa meta de su abrazo eterno, ya me ha hecho ver que mi vida tiene sentido si la doy como Él, si me entrego como Él y si dejo toda mi confianza en el Padre como Él.
Que vivamos estos días con la intensidad que requieren.
Buena Semana Santa

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39):

C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: S. «¿Eres tú el rey de los judíos?» C. Él respondió: + «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo: S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo: S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían: S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Palabra del Señor