El domingo del joven rico 28 TO ciclo B

El domingo del joven rico 28 TO ciclo B

 

Buenas,
la liturgia nos ilustra hoy con uno de los pasajes más conocidos y porqué no decirlo, más radicales del Evangelio en cuanto a lo que implica el seguimiento de Jesus. Radical no lo digo en el sentido de «extremo» como tiende a identificarse el término, sino tomando la etimología de la palabra que viene de raíz y que por tanto, toma como base lo que implica el verdadero seguimiento de Jesus. Lo que está enraizado en su mensaje y en lo nuclear del misterio Revelado.
El mensaje del Reino que Jesus nos transmite y nos invita a vivir, implica una actitud de abandono completo en el, de humildad y desprendimiento, de amor y servicio sin paliativos, de eliminación de todos los obstáculos que nos impiden decir como San Pablo, ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mi.
La riqueza de la que habla Jesus se puede ver en dos vertientes: la material del dinero, el tener, las posesiones que tanto pueden llegar a atarnos, las comodidades y seguridades, el acomodo a un bienestar simplemente material que nos anestesia y nos aleja de las necesidades de los demás. Y también puede verse en la vertiente psicológica y personal. Esas riquezas que nos hacen ser autosuficientes y sobrados, en las que no nos creemos necesitados de perdón y salvación, que pasan por la auto justificación permanente y que nos hacen vivir en la autocomplacencia.
El texto evangélico habla de tristeza en el corazón de ese joven al no poder decir sí a Jesus en ese desprendimiento personal. Y aquí resuenan en nuestros oídos esos otros textos evangélicos que nos dicen que «el que mira para atrás » o antepone otros asuntos no es digno de entrar en el Reino.
Cuantas cosas Señor anteponemos a ti, cuantas justificaciones, cuantas excusas, cuantos asuntos urgentes que se comen a lo importante. Si, somos muchos de nosotros como el joven rico y nos falta la valentía de dar ese paso comprometido de verdad. Ayúdanos Señor a tener la capacidad de dejarlo todo por Ti.
Feliz semana y un abrazo, Paco

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30):

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego síguerne.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»

Palabra del Señor